Este blog forma parte de la iniciativa "Ciudad Filosofía" recogida en la web (enlazada en el menú de arriba), pero está dedicado exclusivamente a resaltar las acciones enfocadas a la defensa de la educación de esta disciplina en la ESO y Bachillerato.

lunes, 25 de marzo de 2013

Presentación en el Ateneo de Madrid del libro Diálogos de Educación

El próximo lunes, 1 de abril, a las 19.30h, se presenta en el Ateneo de Madrid el libro Diálogos de Educación (Editorial Manuscritos), de Juan Antonio Negrete, miembro de Ciudad Filosofía.

Se trata de un libro de filosofía de la educación, escrito en forma de diálogo. Aquí y aquí podéis leer algunos post que Juan Antonio dedica al libro en sus blogs.

Si andáis por Madrid o alrededores ese día, estáis invitados a ir. Se debatirá sobre qué es y qué debería ser educar, aprender y enseñar.




domingo, 24 de marzo de 2013

Té y Filosofía en Sax, 24 de marzo


Os invitamos, desde Ciudad Filosofía, a la Tertulia del domingo, 24 de marzo de 2013, que tendrá lugar en El Carro de Tespis, de Sax. La cuestión que os proponemos esta vez es la siguiente: ¿qué lugar es razonable que ocupen las creencias religiosas en la vida, privada y pública?

Empezando por lo privado: ¿es razonable que una persona tenga creencias religiosas? ¿Qué papel juegan en la vida de uno? ¿Se nota o debería notarse eso en su manera de vivir y de comportarse? Y, en cuanto al aspecto público o político, quizás más polémico, ¿qué lugar debe ocupar la religiosidad en la vida pública? ¿Es razonable que las convicciones y actitudes religiosas influyan en la sociedad y la política? ¿Cómo es más razonable canalizar esa influencia? ¿Hasta dónde debe llegar la tolerancia ente concepciones religiosas dispares?

De esto y de cuanto se os ocurra, discutiremos el domingo. Os esperamos.

sábado, 9 de marzo de 2013

Recuerdo de la tercera tertulia de Té y Filosofía, 3 de marzo del 2013


El pasado domingo, 3 de marzo, desde las cinco y media hasta las ocho y pico, estuvimos , en La Taifa de Villena, discutiendo si hay (o hay que creer que hay) ciertos valores morales que son universales e independientes de esta o aquella cultura, de manera que puedan reclamar ser reconocidos y respetados por todos.

Desde pronto afloró la aporética usual de esta discusión. Mientras a varios les parecía que hay ciertos mínimos que son exigibles a todos (por ejemplo, los que se recogen en los Derechos Humanos), otros (o los mismos a ratos) veían que es muy difícil justificar por qué esos valores deberían ser reconocidos por todos. ¿No serán fruto de la educación de la sociedad en la que nos ha tocado vivir?

Porque ¿en qué podríamos basar la necesidad y objetividad de esos valores? Parece que esto es distinto de lo que pasa en la Ciencia, donde, todo lo que se afirma, se puede comprobar experimentalmente, y la verdad no tiene más que un camino… ¿o no? Porque algunos pensaban que en la Ciencia opera también el relativismo. Quizás nos parece que la Ciencia moderna es la única opción porque es la nuestra. ¿Por qué rechazar las formas de ver el mundo propio de otras culturas, que usan otros criterios de conocimiento, quizás irreducibles a los de la Ciencia? ¿Es siquiera la Lógica, algo universal, o puede haber pensamientos completamente diferentes, “ilógicos” (para nuestra perspectiva)?

Se propuso que podría basarse los valores morales comunes en la “empatía”. Quizás si dejásemos más espacio a los sentimientos, y a su educación, todos seríamos capaces de ponernos en el lugar del otro, y eso nos llevaría a ciertos valores compartidos. Pero tampoco esto carecía de dificultades. Tal vez nuestros sentimientos siempre están contaminados por el entorno cultural, y no nos dirían lo mismo a gentes diferentes.

También se propuso que podía bastar con un consenso social, que, aunque no sea perenne, sostiene mientras dura una cierta universalidad de algunos valores. Ahora bien, ¿un consenso humano es suficiente para “obligar” a los disidentes de ese consenso a compartir esos valores? Y ¿en qué se basa ese consenso?

Alguien planteó la posibilidad de que se entendiesen, los Derechos Humanos, como algo que nos “funciona” y mientras funciona (como hacemos, se dijo, con la Ciencia). Todos buscamos ser felices, y esos acuerdos de mínimos nos garantizan conseguirlo lo más posible a todos o al mayor número.

Otro asunto que se discutió es si el hecho de que sobre cualquier valor imaginable existirá siempre gente que disentirá, prueba que no hay valores universales. Algunos decían que esto no es un buen argumento: cabe la opción del error moral, o sea, que la disensión se explique porque al menos uno de los que disienten está equivocado moralmente. ¿No creemos todos que hay personas que son referentes morales o “maestros”?

Otro asunto: Quienes creen que existen valores absolutos ¿son aquellos que piensan que son ellos quienes están en posesión de los valores correctos? ¿Y no es esto lo mismo que los credos religiosos? No necesariamente, argumentaban otros: uno puede creer que existen valores universales, sin creer que él está en posesión de ellos (aunque sí en posesión de los criterios correctos para alcanzarlos), ni basarse en ningún credo religioso.

En fin, muchos asuntos, y todos muy interesantes, despertaron un vivo debate el domingo, en la tercera de las tertulias de Té y Filosofía. Lo que prueba que la Filosofía está en la ciudadanía, y es connatural a ella.